domingo, 18 de mayo de 2014

Museo Cerralbo, por fin te conozco.

Durante mi época de estudiante viví varios años en el barrio de Argüelles, en la calle Juan Álvarez Mendizábal. Mi padre siempre me decía que tenía que ir al Museo Cerralbo, que era precioso. El museo estaba a unos 500 m. de mi casa. Por aquel entonces yo tenía una cierta alergia a los museos, por lo que nunca fui (hasta ahora), así que siempre lo tuve como una asignatura pendiente. Hace unos días y superada la alergia con creces, después de más de 20 años, convencí a parte de mi familia y me fui a verlo, y la verdad, mi padre, como casi siempre, tenía razón; es una preciosidad.

La casa de los Marqueses de Cerralbo, hoy Museo Cerralbo, está situada en la C/ Ventura Rodríguez, 17. Es un palacio de finales del siglo XIX donde vivieron los marqueses de Cerralbo y los dos hijos de un anterior matrimonio de la marquesa. Los marqueses eran coleccionistas de arte y el palacio era a la vez residencia privada y galería de arte, donde se exhibían todas las piezas que iban adquiriendo en sus viajes. Además de coleccionista, el marqués era arqueólogo. A su muerte en 1922, muchos de sus hallazgos fueron donados al Museo Arqueológico Nacional y al Museo Nacional de Ciencias Naturales y el resto, el Palacio y sus colecciones, al Estado español, que lo convirtió en Museo Cerralbo. Hoy pertenece al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, junto con otros museos maravillosos de los que en un futuro espero contaros.

*Las fotos no son de mucha calidad pues están hechas con el móvil, pero dan una idea de la grandiosidad del Museo.

A la izda, retrato de los Marqueses de Cerralbo, Don Enrique y Doña Inocencia. A la dcha. templete del jardín, en la confluencia de las calles Ventura Rodríguez y Juan Álvarez Mendizábal.



Al Museo se accede por la Escalera de Honor, cuya balaustrada es de mármol y forja.





En una de las paredes, un cuadro que me resultó curioso, porque aparece La Coruña.





En la planta baja se puede visitar el Jardín, con un estanque y bustos de figuras romanas y un jabalí de mármol procedente del Palacio de Medinaceli.




Curiosamente, el jardín, así como otras estancias del palacio, se pueden alquilar para celebraciones o eventos privados.

En la primera planta o Entresuelo están las habitaciones privadas de la familia y salones donde se recibía a las visitas de confianza. Destaca la Sala de las Columnitas, donde se reunían los caballeros a fumar, mientras admiraban las esculturas dispuestas sobre la mesa central.

La planta segunda alberga la armería, el vestidor, la biblioteca, donde se conservan una gran colección de libros de temas variados y manuscritos de gran valor, tres galerías inspiradas en las de los palacios italianos donde se pueden admirar las colecciones de los marqueses, la sala de billar, el despacho y el salón de baile, que parece sacado de la película de Sissi Emperatriz.

A la izda, la sala de billar, con altos divanes donde se sentaban las damas mientras los caballeros jugaban. A la dcha. una de las Galerías.



La sala de Baile.


Como curiosidad, los baños.

A la izda., el aseo, que conserva el lavabo de mármol original. A la dcha., la sala de baño, que no era muy frecuente ver como estancia independiente y en la que destaca la grifería, de agua fría y agua caliente, lo que tampoco era muy común en aquella época.



Destaca la gran cantidad de objetos decorativos de todos los estilos.






Y la diversidad de pinturas, dibujos, tapices...etc. que adornan sus paredes.

En las paredes pinturas de los siglos XVI al XIX. Podemos contemplar obras de Zurbarán , El Greco, Ribera, Alonso Cano, entre otros. A la izda, La Inmaculada de Zurbarán. 


Pinturas en paredes y techos.


El conjunto expuesto en el Museo Cerralbo fue considerado como una de las colecciones privadas más importantes y más completas del país de la época.
El Museo se puede visitar de martes a sábado de 9,30 a 15 h., jueves no festivos de 17 a 20 h. y los domingos de 10 a 15 h.
Os lo recomiendo, y también que no tardéis tantos años como yo en ir a visitarlo, aunque ya se sabe que más vale tarde que nunca...